Facundo Scordo, investigador de IADO, participó de esta investigación que fue publicada en la revista Nature.
El proyecto lo lideraron dos investigadoras de origen italiano y en total participaron 70 personas.
Se muestrearon 38 lagos en 23 países. El bahiense llevó a cabo su tarea desde el lago Rivadavia, ubicado en cercanías a Esquel en la Patagonia.
“Es el único lago de Centroamérica que participa de la investigación y sorprende que haya microplasticos ahí debido a que no circula mucha gente”, nos comentó.
En el procedimiento tuvieron que embarcar a bordo de un gomón y utilizar una red sumergida al agua. Luego, las muestras fueron enviadas a Italia donde fueron analizadas.
La conclusión que le permitió sacar esta experiencia fue que en todos lados hay presencia de este elemento, “en algunos lagos en donde la gente toma ese agua, encontramos tanta contaminación como en las islas de plástico que existen flotando en los mares. Es muy preocupante para la salud humana”, subrayó.
Y también le permitió darse cuenta que la contaminación no se produce localmente, esto quiere decir que, por ejemplo, la descomposición se genera mediante una botella de plástico y son micropartículas que hasta llegan a ser invisibles para el ojo humano.
Además, pudieron constatar que es la ropa la que larga este elemento y los desagües terminan en los estuarios, son evaporadas por la atmósfera y termina en sitios remotos.
“Es necesario de leyes o iniciativas internacionales, la iniciativa tiene que ser a nivel mundo de reducción de consumo de plástico, como el reciclaje”, agregó Scordo.
La consecuencia de esto es que cuando hay mayor presencia de microplásticos pueden crecer algas, las algas son nocivas para el medio ambiente. Los peces lo ingieren y finalmente nosotros terminamos consumiéndolo a través de ellos, por ejemplo.