Ann Gabrielle Chancalay tiene 37 años y se desempeña en la administración del Hospital Interzonal Dr. José Penna.
Su proceso de cambió comenzó a fines del 2009, cambiando la forma de vestirse. Dos años más tarde, empezó la modificación corporal y hormonal.
En ese transcurso trabajó limpiando casas particulares y habían decidido que sea en blanco, “yo iba con un nombre que era como mi nombre de pila anterior, era Gaby y la mujer me dijo ‘pensa un nombre porque yo no te puedo poner solamente ese nombre'”, dijo.
Y terminó escogiendo Ana a raíz de una canción de Laura Pausini. Quedó definido como Ana Gabriela Chancalay hasta que en 2020 empezó su labor en radio junto a su esposo Miguel Stuarts, quien falleció tiempo después, “yo me encargaba de hacer los afiches de promoción, a él nunca le gustó el nombre Ana, y siempre me llamaba Ana Gabriela Montpelier, con apellido artístico”, al ser un nombre largo para presentar, decidió que sea Ann en vez de Ana.
Actualmente, Ann se encuentra en el área de Infectología y Epidemiología, donde afirma no haber recibido malos comentarios, “está esta cosa de que a veces no saben si se dirigen a un chico o a una chica debido a mi pelo corto, debido a mi voz grave, debido a que uso ropa grande a veces. Yo esos comentarios los recibo con buen humor y los comentarios que a veces buscan lastimarme también los recibo con buen humor“, explicó.
“Estoy segura de quien soy y estoy muy feliz de ser quien soy, no me genera ninguna molestia, al contrario, pienso que todavía hay mucho que trabajar y es una época en la cual todo está cambiando y de a poco se va a ir aceptando cosas“, añadió.
Además, considera que Bahía Blanca va avanzando y destaca que en el nosocomio hay una compañera trans en hematología y que van a incorporar más personas no binarias, además de las que se encuentran en el Municipio.
“Me gusta la verdad como va creciendo Bahía por ese lado a nivel inclusión, a nivel diversidad, es muy rico también en ese sentido, Bahía es muy solidaria y hoy en día acepta mucho más que cualquier otra ciudad de las que yo me he enterado”, argumentó Chancalay.
Por último, sobre sus deseos comentó: “me encantaría que más adelante cuando haya una persona transgénero no sea motivo de fascinación ni de asombro, que sea algo de todos los días, que no sea una exigencia a las empresas y que no haya tanta burocracia ni tantas excusas para no poner una persona de género”.
Y agregó: “que no haya que fijarse en el género para juzgar a una persona, sino que se fijen en las capacidades y las cualidades de las personas. Porque no solo se juzga a las personas transgénero, también se juzga a las personas por su aspecto”.